el cajón extraño de tu cuerpo, y alta / parábola de ti. Los versos del eunuco, de Luisa Castro.

por seminarioeuraca

Miércoles 12 de junio de 013 – 19h
Instituto 404. Gabinete de estudios de Intermediae
Matadoiro de Madriz. <m>etro legazpi

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Los versos del eunuco puede que sea un buen representante dentro de la poesía española de aquello que se conforma en colisión con el sentir “romántico” (patriarcal) y su expresión muesli, aquello que venga a problematizar los discursos normativizados sobre el amor. Amar al eunuco es, quizás de manera inevitable, desentenderse de las propuestas estáticas (ideales) afectivo-sexuales; romper de manera dolorosa los roles. No hay en ello activismo, sólo el accidente de la norma.

Una intimidad que renuncia a un lugar único de enunciación; un amante que no corresponde a una representación humana socialmente legible. La ambigüedad está construida entre el cuerpo y el sentir. La sensibilidad, entonces, no aparece ya como un ethos, aparece fuera de la lógica formal de los identificadores. Indefinida por su movimiento. En la indefinición aparece la fragmentación, mutilación y erogeneidad del cuerpo, cuyas posibilidades carnales fuera de la representación estética binaria se multiplican. Hay elementos eróticos que sobrepasan el contorno de la piel (y territorializan las prácticas, sacándolas de los “neutros” fondos blancos). Desde los barcos, la ciudad, el valle, los hospitales – se vuelve al cuerpo por su mutación/mutilación, su derrame o su reformulación protésica. Un cuerpo indefinido y un sentir indefinido quizás se configuren en esta irreferencialidad antes que como identificables, como subjetivables, de semántica libre. En esta desjerarquización y reformulación indexical (el cuerpo que vale es el que señalo, no el que se me vende): una alianza que encuentra sus bases en un ser colectivo que pudiera considerarse feminista (mas no militante), o que sin duda es vinculable a las aportaciones que el feminismo a hecho a las lecturas del amor en sociedad, frente al neurotismo de la relación de pareja que propone el patriarcado. Los versos del eunuco puede que plantee, en la práctica literal de la escritura, un discurso para los afectos que pasa por la crítica a lo que se entendió por amor en poesía.

Es un paso más en ese discurso amoroso no recibido. Ese amor hombre-mujer o amor-pasión entre dos personas se amplía a la sociedad y se da una relación de obediencia del individuo a lo colectivo.”1

De algún modo que quizás está por ver, esta frase no queda muy lejos de la que leyéramos en Cecilia Vicuña:

Así como las industrias pasan al área social, yo pasé al area social, de la propiedad individual a la comunal

ALGUNOS POEMAS DE LOS VERSOS DEL ENUCO

Cuando en la calle todos supieron que me agitaba las faldas un eunuco ni en los hipermercados mantuve mi turno de derecho, los peores pollos, las peores frutas, la carne muerta de siglos comí durante años. Ésta es la paga de los soldados. Ésta es la devoción a la filantropía.
Me visitaba con ardor como a una feria de tinglados. Me visitaba con valor, con dolor, con sangre en las manos heridas semanalmente.
Juntos subimos a las terrazas de la ciudad a ver pasar aviones de más cerca, a ver pasar de lejos a las niñas con carteras marrones llenas de oscuridad y letras, detrás huyendo perros.
A veces en los andamios del olvido hacíamos amor por poco tiempo y aún duraba. Era la primera ceremonia y nos queríamos con savia en la garganta porque el amor sobrevenía con un lujo de ola que no cae; decidme, y era justo el peor gesto, el peor vino, y era amargo volver a la calle con mi nombre terrible acaudillando enfermos, largas filas de locos para besar mis pies.
Qué doloroso el final con una copa estrujada como en el cine y las insepultas manos del que sufre sin término.
Venía en silencio a verme, venía con todas las crucifixiones, venía a devorarme con sus ojos de acróbata en silencio triste en medio del silencio. Era duro arroparle y darle asiento; era duro amarle y le besé el muñón; ahora hay tripulantes con un loro y mi tristeza, y colas infinitas de niños sin un ojo y lisiados de guerra que llegan a velarme el sueño del infierno en que me incendio desde la hora primera de la noche rasa, cuando nadie pasea con gafas y relojes, cuando sólo los perros orinan en los parques y un desorden de calvos se lleva la ciudad a alguna parte de la noche.
Venía con versos descolgándose a las ocho; con el pantalón lleno de versos incompletos, malherido venía a verme con los ojos de madera con un círculo en el centro negro y un alfiler para sujetar el verbo, la pupila.
Llovieron jarabes sobre nuestras cabezas, llovieron sentencias; palabras de metal puro y ardido, llovieron cuchillos y dientes de peón, y la cama intacta con su espacio de luna de tela se abrió para quemarnos con los brazos extendidos del averno.
Yo le decía te amo, te amo, yo le decía alguna vez la piel, pero era inútil, la sangra volvía a su cauce en el miedo y mi cuerpo arrasado de agua santa como una cicatriz de leche comenzaba a curar en forma de ángel.

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CAE IMPENITENTE UNA LLUVIA DE FALOS
UNA VIRGEN SE LAMENTA

De noche cuando el eunuco
duerme
soñando con mi tercera muerte y mi corazón
divide el oro de la sangre
un pequeño temblor me habita por la boca.

Pulsar útiles arpas
entonces,
templar cálido hierro, cerrar
sobre algún sexo las manos aún gritando
sólo puedo morir, sólo puedo morir,
quizás signifique
estar cerca
de mi soledad con un nudo.
Quizás signifique verter fotografías en una zona
a menudo extranjera
golpeando una arena cimentada.

Pero cuando duerme o se empeña en la venta de
mis bienes,
en mi rostro sobre el palo, sólo queda
morir, sólo
queda morir, lo doloroso
es la mañana con himno y camareras,
lo doloroso
es mi cuerpo con andamiaje de ola como edificio
de
aire.

A las cinco se llena de mujeres como
un parque.

A las seis un viento que oscurece
lo recorre como un
sable.

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Quis fuit horrendos primus qui protulit enses? Q. Tibullus

Un eunuco me escribe versos, versos
de muerte, versos de palo,
versos de almendro para jueces y palestras.

Un eunuco me escribe versos verdecidos
con un poco de higuera y de cangrejo,
versos
libres
que dicen cosas grandes.

Un eunuco me escribe versos y yo
lo amo como a las niñas pobres
que me visitan en el palio de la risa,
y cada palabra es un alto mirador,
una alondra inviolada
que hay que astillar y sacudirse hasta el delito.

Hay como que hacerse morir,
es un empeño invernal.

Un eunuco me fatiga desde siempre con sus versos.

Yo lo amo como una salvedad de piedra
florecida, como un impuesto de sangre, como una cicatriz
que no poseo.

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VIVO EN EL VACÍO BURDEL DE LOS BALCONES
SI ME AMARAS
ESTE PAPEL EMPAPADO
HÚMEDO Y SAL
CAMBIARÍA MI CORAZÓN POR UNA MEADA TUYA QUE LLEVARA
TU NOMBRE
PERO NO BASTA ESO
QUIÉN DA UN CADÁVER QUIÉN HABITA UN PUEBLO FLACO
QUIÉN BEBE DE LA VOZ DEL VAGABUNDO
NO BASTA
NO
SE PUEDEN PLANTAR ENREDADERAS EN ESA VENTANA
Y NO HABRÍA NINGUNA SEÑAL
NO QUEDARÍAN HUELLAS
SE DEBE ESCALAR HASTA LA LAMENTACIÓN NO CABE DUDA
ESTOY PENSANDO
QUE ME PODRÍAS AMAR ALGUNA NOCHE
A LA PATRIA DE LOS VALIENTES SÚMALE UN FALO INJERTO
A LA PATRIA DE LOS VENCIDOS
DALE CALOR
EN TU CAMA DALE CALOR Y ALGUNA DERROTA O UN MANDATO
CON LA LECHE SANA DE TU CUERPO GRANDE
ESTOY PENSANDO QUE ME PODRÍAS AMAR
SOY UN HABITANTE TAN REMOTO

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Si el eunuco se enfría en mis rodillas
le digo que sí
y nos queremos con las espadas altas
y nos queremos con el hilo
hermoso
de la tarde hueca,
y nos queremos, sí, si el eunuco
de pronto
osa escalar la dura arquitectura de mi sangre.
Estaremos en la sangre,
beberemos otra vez la tibia sangre,
comparemos un billete a ver la sangre.

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SOY UN PUEBLO EN CAMISETA TRABAJANDO
PERO NO HAY ESPOSAS DENTRO

SOY UN VECINO DE SESENTA AÑOS QUE LLORA
ÉSTA ES MI CASA.

1En entrevista de María Salgado a Luisa Castro. Fanzine Circo de Pulgas(2005-2008), año 2004 (entrevista no impresa).